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Espectáculos Creador de éxitos entre cuatro paredes
El responsable de Más respeto que soy tu madre, obra que protagoniza Gasalla y estrenó segunda parte afirma: "A los que no les gustan las adaptaciones están muy de acuerdo con lo que hicieron."
Entrevista de Tiempo Argentino
Si se lo piensa bien, todo lo que le pasó a Hernán Casciari desde que viajó a España a fines de los '90 para recibir el premio Juan Rulfo por una novela que hoy nadie recuerda pero le cambió la vida, es de película. Allá se enamoró, se quedó a vivir, empezó un blog, ganó el premio "al mejor blog del mundo", salió en Clarín como "el argentino que ganó el premio a mejor blog..." y vio cómo Antonio Gasalla adaptaba aquella historia sobre un ama de casa en un pueblo bonaerense y la convertía en Más respeto que soy tu madre: su gran éxito teatral durante los últimos cinco años.
Pero no sólo eso: en el medio empezó a publicar y trabajar para los principales diarios y editoriales españoles, fundó una revista de distribución mundial y sin publicidad que fue leída en gran parte del planeta (Orsai), copó la Web con micros radiales sobre Messi, las tetas o los amargos de los casamientos, y básicamente, terminó por convertirse en un autor popular. De esos que leen (y siguen) quienes habitualmente no leen (ni siguen) a ningún escritor. Y que se valen de cualquier plataforma (gráfica, radio, internet o incluso los recitales de cuentos que este año lo llevarán a Cosquín Rock) a la hora de contar sus historias de alta empatía social y a la vez de fuerte mirada ácida y personal.
–¿Te pasó de mirar atrás y de sorprenderte con todo lo que te sucedió? –La sorpresa mayor fue darme cuenta que podía vivir en pijama. Decir: loco, yo hago y escribo todas estas boludeces pero al final del día lo que cuenta es que... ¡Vivo en pijama! Y es glorioso eso. Darme cuenta que pelotudeando sobre las cosas que me interesaban me podía ir muy bien. Tené en cuenta que yo estuve diez años queriendo ser escritor. Y que me resigné cuando escribí aquel blog y encontré mi propia voz, que es una voz muy pelotuda (risas).
A minutos de presenciar el estreno de la segunda parte de Más respeto…, también adaptada y llevada adelante por Gasalla, Casciari no duda en responder con giros inesperados y honestidad brutal cualquier pregunta más o menos seria que se le presente. "Ya que esa historia de una ama de casa de Mercedes, le interesara a tanta gente fue una sorpresa. Lo leían hondureños, ecuatorianos, españoles, todo muy raro. Pero después la novela terminó traducida al inglés, al francés, al italiano ¡y hasta el koreano! Y ahí yo no lo pude creer.
–No siempre ocurre que la adaptación le guste al autor. Lo común es lo contrario. Pero a vos no te pasó con Más respeto... –Sí, claro. Pero lo que pasa con los que no les gustan las adaptaciones es que están muy de acuerdo con lo que hicieron. Y no es mi caso. Pensá que Más respeto... lo empecé escribiendo para siete personas: tres amigos y cuatro familiares a los que les mandaba mails y pensé que compartiendoles el link de un blog sería menos invasivo. No tenía intención de que lo leyera más gente pero así pasó. ¿Cómo no va a gustarme entonces lo que hizo Gasalla después? Venía de cero expectativa.
–Y esas siete personas, tus amigos, ¿supieron acompañarte cuando te llegó la avalancha de reconocimiento? Porque pasaste de ser un "loser" a ser un tipo totalmente realizado con lo que hacés... –Si ellos tuvieron un rol muy importante porque pudieron contarme qué estaba pasando acá con todo eso. Eran mis corresponsales. Me decían: hablaron de vos en tal programa, te nombró Mirtha Legrand... Boludeces que yo, desde una montaña en la frontera de España y Francia me era imposible saber. Entonces no me alegré desde la vanidad sino desde el asombro: "¡Qué quilombo!", pensaba. "¡Qué increíble ver carteles con mi nombre en la calle Corrientes." Una situación muy divertida porque mis amigos me conocen y saben que soy un farsante total.
–Sabían que no te la ibas a creer. –O sí, pero de una manera bizarra o divertida. No en serio. En ese sentido ayuda mucho vivir lejos. Yo no sé si con la cercanía del día a día hubiera reaccionado igual.
–¿Por eso te mantuviste allá? –No. Por mi hija. Porque con mi mujer decidimos criarla allá. Siempre fue por eso. Desde que nació. Porque es un lugar muy copado para criar un niño. Un pueblo que me hace acordar a Mercedes cuando yo crecí. Un lugar donde no cerrás las puertas con llave, que andas en bicicleta a cualquier hora. Cuando me hice padre me convertí en una persona muy cagona. Hasta ese momento no había podido encontrar un lugar como mi pueblo de infancia. Y donde vivo es como Mercedes solo que con gente pava hablando en gallego. Pero después todo lo demás es río, sapos, tierra.
–Mantenés una manera muy argentina de expresarte, ¿cómo te llevás con todo lo español que incluso suele ser más fuerte en los pueblos? –Pasa que tuve tres etapas en España. Los primeros cinco años fueron de una nostalgia tremenda porque si bien estaba muy encajetado con una mina, la que después sería la madre de mi hija, y estaba súper bien, había perdido de golpe la cotidianeidad con lo argentino, mis códigos y mis amigos, y estaba muy muy tanguero, muy enojado. Por eso tuve unos primeros cinco años que estaba muy rompe bolas con lo español. Estaba en contra de todo: de lo que comen, de lo que compran, de lo que hacen, del fútbol con sus cantitos malísimos, de su televisión horrible, de su publicidad de mierda y así. Me parecía que los argentinos éramos mucho mejores en todo.
–¿La segunda etapa cómo fue? –Arrancó cuando nació mi hija, en 2005. Desde ese año hasta el 2010 me convertí en un gallego. Trabaje para todas las radios de allá, para todos los diarios, me hice conocido allá, me integré. Con muchísimo aburrimiento de mi parte, porque me aburren soberanamente los españoles, pero con cierto éxito. Mi mujer estaba mucho más contenta conmigo que antes. Me iba bien. Hasta 2010
–¿Qué pasó? –Me pudrí. Los mandé a todos a cagar y me dije: nunca más trabajo para nadie. Y renuncié a (el diario) El País, a (la editorial) Plaza y Janés, a (la editorial) Mondadori, a La Nación de acá. Me dije: voy a hacer cosas para mí, no para un tipo con corbata. Y ahí dejé de hablarles a los españoles a todo nivel. A nivel público y a nivel privado. Por eso ya no tengo acento. En 2010 me veías y te decía "vale, tío, joder". Pero ahora no, no hablé más con un español. Pero ni con uno.
–¿Pero cómo hacés? Supongo que tendrás que ir al súper o cumplir con alguna diligencia. –Lo que pasa es que yo no vivo en España sino en la República de mi casa. No salgo a la calle. De verdad. Mi mujer siempre me dice: al único lugar que te llevo es al aeropuerto. Y es así. Los anteojos que me hice me los hice en la óptica del aeropuerto. No voy a ningún lugar a excepción de la casa de mi amigo Horacio Altuna, que es argentino, de Racing y de Lobos. Y todos los martes almorzamos caiga nieve o truene. Y te digo: a él le pasa lo mismo que a mí. No le interesa ver a nadie.
–¿Por qué tanto rechazo? –Me aburrí de la desidia, de que hagan las cosas que les gustan como si fueran oficinistas. Oficinistas de alma. Para peor, desde hace cinco años que está la derecha entonces peor: están más asustados que nunca. No tienen plata, no pueden hacer un chiste que no sea de lo obvio. Realmente me aburrí.
–Decís que siempre vivís un cambio fuerte cada cinco años. ¿Qué viene ahora? –Supongo que venir cada vez más seguido. Antes venía cada seis meses. Ahora estoy viniendo todos los meses. Tengo todas mis proyectos acá. Y en estos cinco años que le di la espalda a España implicó que empezaran a aparecer muchas más posibilidades acá. Este año, por caso, voy a hacer más teatro y más radio y seguramente televisión por primera vez. Siempre como autor. Me voy a argentinizar más todavía.
–¿Y cómo se concilia todo ese futuro acá con haber formado una familia allá? –Es que yo voy a seguir viviendo allá hasta los 18 de mi hija. El arreglo con mi mujer es que haga allá la primaria, la secundaria...
–Pero tu mujer no creo que quiera volver –Y no, no vamos a volver. Pero tampoco me hace falta, eh. Para mí un avión es un colchón donde estoy una noche y me sirve para llegar acá y estar todo lo que haga falta.
–Este año se cumplen 15 años desde que te fuiste a España, ¿qué cambios notás cuando venís? –Me parece que lo principal es que no somos conscientes de ciertas cosas que pueden ser pelotudas o muy importantes para alguien que lo ve desde afuera. Y con esto incluyo a que de repente nos tomemos seis termos de una cosa caliente con yuyos (y sin tener sed) a que camines por una ciudad y que haya más de 150 opciones teatrales. No es normal en ningún lugar del mundo, ni siquiera en los más prósperos.
–En Europa tampoco? –No. Allá no existe la cultura popular como existe acá. El amor que se palpa por los artistas populares. El darle las gracias a un chabón por lo que hace y emocionarte por eso. No hay esa intensidad. En Italia hay fervor, en Francia hay profundidad, en España habrá otra cosa que no sé que es, pero en ningún lugar tienen nuestra intensidad.
–¿Ejemplos? –Y... Que hace más de 30 años haya un tipo hablando de mitología griega a la medianoche y que encima sea líder de audiencia es algo que un escandinavo, cuando se entera, te dice: "¿En serio? Uds están locos." O lo que pasa con el Indio y todo lo que genera cada vez que toca. Un fenómeno que no sé si puede compararse con lo que pase con un artista en otro lado. Entonces, estar lejos te pone en relieve ese tipo de cosas y te da cierto orgullo. A veces veo que estamos acostumbrados a tener una complejidad cultural muy por arriba de lo que marca nuestra economía, pero no es para nada normal. Me parece que cada vez que hablamos de todo lo malo que nos pasa y que existe, también deberíamos poner en la balanza todo esto otro. Porque sí: somos caóticos y sufrimos de inseguridad. Pero también somos muy excepcionales.
Blog a escena
Más respeto que soy tu madre II tiene funciones de jueves a domingos en el teatro El Nacional (Corrientes 960). Además de Gasalla actúan Claudia Lapacó, Enrique Liporace, Nazareno Móttola, Alberto Martín, Esteban Pérez, Noelia Marzol y Sebastián Borras.
De Vórterix a recital en Cosquín Rock
Por iniciativa de Mario Pergolini, Casciari empezó a grabar en 2012 unos micros radiales para Vórterix, a partir de varios de sus cuentos. El resultado gustó tanto (las reproducciones explotaron en YouTube) que ahora el autor de Más Respeto... organiza recitales de cuentos y se apronta a debutar en Cosquín Rock. "La verdad que me encantó hacer esos micros. Me acuerdo que Mario me decía: 'Hacelos, boludo'. 'No, me aburro'. Pero empecé y no pude dejar. Sobre todo la parte técnica: cómo hacer para que algo de tres minutos dure un poco más; o cómo editar mis propios relatos para llevarlos a un lugar coloquial más interesante. Y el asunto me gustó tanto que ahora cada vez que me invitan a un pueblo o una ciudad, les pido que me den una sala de 400 personas donde pueda dar un recital. Hago doce cuentos en una hora y diez. Y me divierto como un chancho. También la gente. La otra vez en Vórterix hasta cobré entrada. No lo podía creer. ¡Por contar cuentos!
– Qué bueno que te lo tomés con tanta naturalidad. – Pensá que para mi tendría que ser al revés. Porque fijate que al público de Vórterix es distinto al de una feria de libros. En Vórterix por ahí venía gente con remeras negras o de rock, más parecidos a mí, y me decían: ¡Gordo, grosso, puto, fumón!" Me encanta eso. Mucho mejor que la vieja que te dice: "Ay, leí tu cuento en La Nación y bla bla bla". Me recuerda a cuando trabajé de director de una revista cool de España y me invitaban a convenciones con otras revistas cool y me hacían tener charlas insoportables sobre autores como Kapuscinski. "Uh, hablame de fútbol", pensaba yo. Y en Cosquín Rock lo voy a poder hacer.
"Gasalla siempre fue muy generoso" Cinco años presentando una obra suya en escena hacían pensar que tal vez Hernán Casciari y Antonio Gasalla habían desarrollado una incipiente relación por fuera de las tablas. Pero el vínculo se estableció de otra manera.
– Cuando tenés esas charlas de café con Antonio... (Interrumpe) – ¿Con Antonio? Nunca tuve charlas de café con Antonio. Lo vi cinco veces en mi vida: una vez en su casa cuando me mostró el libro de la primera parte de Más respeto... Y después otras cuatro veces en camarines, saludándolo cuando venía a ver las mil representaciones o las cinco mil representaciones y así.
– ¿Pero nunca tuviste una charla de par a par, fuera de lo laboral?
– De par a par no puede ser porque él es un tipo más talentoso, más grande y más sabio, y yo sólo soy un chabón que hizo un blog. Nunca hay que olvidarse de eso. Por otra parte él es muy reservado, fóbico de las relaciones y yo también. No quise invadirlo. Nunca tuvimos ninguna necesidad de juntarnos a comer con la familia. Supongo, sí, que si él viviera allá, en la misma ciudad, posiblemente hubiésemos tenido una buena relación. Pero yo siempre vine muy poquito y no quise molestar.
– ¿Y comentarios sobre la obra, algún mail o reflexión al pasar? – No, él lo hace públicamente. Siempre lo hizo públicamente. Y siempre fue muy generoso: nombrándome cuando hacía un reportaje con Rial o Mirtha. Y generando que después mi vieja me llamara diciendo: "¿A qué no sabés quién te acaba de nombrar en la tele?"
Fuente: Infonews.
Jueves, 22 de enero de 2015
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