Crisis mundial EEUU prevé una lenta recuperación, mientras Europa sigue cayendo La decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos de mantener las tasas de interés hasta 2014 mostró esta semana que la recuperación económica es muy lenta, lastrada aún más por la interminable crisis de la deuda en Europa. Mientras continúa la carrera contrarreloj para evitar un default en Grecia, el banco central estadounidense ha avisado, a través de su decisión de continuar al menos hasta 2014 con su política de tasa cero, que su principal preocupación es evitar una deflación.
A diferencia de sus colegas del Banco Central Europeo (BCE), inamovibles en su papel de guardián antiinflacionario, la Reserva ha dejado claro que su objetivo es alentar la reactivación de la economía, impedir que el desempleo crezca y, sobre todo, impedir una caída en la deflación.
La Fed, presidida por Ben Bernanke, ha basado sus proyecciones de crecimiento económica para 2012 a un porcentaje de entre 2,2% y 2,7%, elevando esta previsión al 2,8%-3,2% para 2013.
También son modestos sus pronósticos sobre la evolución de la desocupación, actualmente en el 8,5%, y que la Reserva aprecia que no caerá por debajo del 8% hasta finales de 2012.
Así, la política delineada por el directorio de la Reserva la semana pasada ha sido la de profundizar el estímulo monetario, extendiendo el plazo de tasa cero de 2013 a 2014, ya que entiende que con un desempleo alto y un crecimiento muy lento, la amenaza fundamental es la deflación y no la inflación.
La profundización de la laxitud monetaria de la Fed ha tomado nota no sólo de la situación económica de su país, sino también del cuadro de creciente desintegración financiera de la Unión Europea(UE), más precisamente de la Eurozona.
Esta semana se hizo claro que la decisiva negociación entre Grecia y sus bancos acreedores ha entrado en una fase crítica, que puede desembocar en otro torbellino financiero que arrastre a España, Italia y a otros países, o abrir una etapa de cierto sosiego.
Si bien existe un acuerdo de principios entre las partes, incluido también el FMI y el BCE, para recortar la deuda de Grecia con los tenedores de sus bonos en un 50%, los bancos extranjeros acreedores exigen que los nuevos bonos que recibirán en el canje tengan una tasa más elevada que la que ofrece Atenas.
Además, esos mismos bancos pretenden que la reducción de la deuda alcance también a los títulos griegos que están en la cartera del BCE y que suman alrededor de 40.000 millones de euros, algo que el ente monetario no va a conceder porque sería abrir el camino de su propio descrédito.
Por estas razones, de momento, las negociaciones están estancadas. Antes del 20 de marzo, cuando Grecia tiene que hacer frente a un vencimiento abultado de su deuda, para lo que necesita un desembolso del BCE y el FMI, el asunto tiene que estar concluido.
Desde la UE se envían señales de optimismo. Pero desde la óptica de la directora-gerente del FMI, Christine Lagarde, todo son advertencias sobre los peligros que entraña el acuerdo, incluso en el caso de alcanzarse, ya que el Fondo no confía en un enderezamiento de la economía griega.
Para todos los responsables económicos del mundo desarrollado, Grecia no da más de sí. Su economía caerá el 6%, aproximadamente, en 2011. La cadena de pagos está cortada hace tiempo, al igual que los créditos bancarios y para el comercio exterior, mientras la evasión fiscal es intratable.
Mientras tanto, los depósitos bancarios han caído un 25% entre noviembre de 2009 y noviembre de 2011. El Banco Central de Grecia ha insuflado 43.000 millones de euros a los bancos de los fondos que recibe del BCE. Y el dinero sigue huyendo del país.
La UE teme como a la peste una salida de Grecia del euro, porque esto puede ser, o al menos puede ser interpretado como el comienzo de la desintegración de la Eurozona, contagiando de inmediato a los eslabones débiles español e i italiano.
Pero el pesimismo del FMI y de los bancos acreedores, que ven la historia con ojos estadounidenses, se parece mucho al que reinaba con Argentina durante 2001: mientras los capitales se fugaban, se seguía negociando, y esto duró hasta que se pudo sacar la mayor cantidad de dólares posibles de Buenos Aires.
La historia podría estar repitiéndose con Grecia. Pero incluso una operación de salvamento in extremis no garantiza la viabilidad de un canje de la deuda que sólo pavimenta el camino para un proceso de deflación insoportable y que mantendrá la economía sumida en la recesión por muchos años.
El camino emprendido por Atenas hace dos años y que ha llevado a estos resultados, es el que están siguiendo España e Italia. En el caso de Madrid, el desempleo alcanzó esta semana un número y un porcentaje histórico: 5,3 millones de desocupados y 22,85% de tasa nacional sobre la población activa.
En Italia, el primer ministro, Mario Monti, antiguo funcionario de bancos privados y del BCE, continúa adelante con sus planes de desregulación, recortes a las jubilaciones, liquidación del Estado de Bienestar y austeridad extrema.
En este sentido, todos los caminos conducen a Roma. O, mejor dicho, Roma no hace más que seguir la huella delineada por Atenas y que hoy amenaza con llevar a toda Europa a una depresión económica muy grave.
Sábado, 28 de enero de 2012
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