Brasil Domingo de elecciones: Brasil y una elección clave para el futuro de América Latina Las elecciones de este domingo en Brasil son, tal vez, el evento más importante del año para Latinoamérica. Más de 156 millones de personas están habilitadas para votar en la primera vuelta presidencial, donde la gran incógnita es si Lula logrará sacar más del 50% de los votos válidos y ganar en primera vuelta o si disputará el balotaje con el presidente Jair Bolsonaro el próximo 30 de octubre.
También se elegirán a los gobernadores, un tercio del Senado, la totalidad de las bancas de la Cámara de Diputados y los congresos estadales. Claves y análisis de una elección con altísimo impacto en el escenario latinoamericano.
Este domingo serán las elecciones presidenciales y de gobernaciones, quedando para el 30 de octubre una posible segunda vuelta. Las principales encuestas arrojan intención de voto de 47 % para Lula, y 33% para Bolsonaro.
Con una población alrededor de 212 millones de personas, hay 156 millones de electores habilitados para los comicios de octubre. Este domingo 2 es el primer turno, quedando para el 30 de octubre un eventual balotaje. Este padrón tiene 9,1 millones de votantes más que la última elección de 2018, incluidos 2,1 millones de jóvenes de 16 y 17 años que se inscribieron voluntariamente para votar (el doble que en 2018). Hay 700 mil inscritos para votar en el exterior.
Son 11 las candidaturas que participarán de la disputa presidencial. Además de los cargos a presidente y vicepresidente se votan los gobernadores de las 27 unidades de la federación (corre la misma regla de mayoría, de primer turno y eventual balotaje en las mismas fechas), la renovación completa de la Cámara de Diputados, una renovación parcial de la Cámara de Senadores (1/3), y la composición de las Asambleas Legislativas de los Estados.
Según Datafolha, el 12 % de los votantes de 2018 decidió su voto el último día antes de la elección. A poco más de una semana de esta nueva contienda, el 80 % ya ha decidido su voto. Sin embargo, en esta elección hay un aspecto agudizado respecto a la anterior, y es que muchos electores se niegan a expresar públicamente su intención de voto (entre los electores de Lula, el 61 % dice tener “cierto miedo” en decir a quién va a votar), en parte debido a la creciente violencia discursiva y las agresiones de los seguidores de Bolsonaro.
El pasado lunes, el presidente volvió a agitar el fantasma de fraude desde Londres señalando que, si en segunda vuelta no ganaba por el 60 % de los votos, era porque “algo anormal ocurrió en el Supremo Tribunal Electoral”. Dicho organismo, asimismo, desmintió que las Fuerzas Armadas estuvieran autorizadas a hacer un recuento paralelo, resaltando que sólo le compete a la Justicia Electoral. Las Fuerzas Armadas participarán, junto con otras instituciones como el Ministerio Público y la Orden de los Abogados de Brasil, en el proceso de fiscalización.
Cabe recordar que esta es la sexta campaña electoral de Lula: perdió tres (1989, 1994, 1998), ganó dos (2002, 2006); en 2018, cuando comenzaba a recorrer el país, primero le balearon la caravana y luego lo pusieron preso, quitándolo de la contienda.
Últimas proyecciones
Según la última encuesta de Datafolha, la más grande hecha por la encuestadora en los últimos meses, Lula presenta condiciones de vencer en el primer turno. Hoy tiene el 47 % de las intenciones de voto, Bolsonaro 33 %, Ciro Gomes 7 % y Simone Tebet 5 %. Traducido a voto válido, Lula obtendría el 50 % de los votos (Bolsonaro un 35 %). De haber segunda vuelta, Lula ganaría con 54 % y Bolsonaro obtendría 38 %.
Cabe tener en cuenta que dicha encuestadora ha estimado con precisión los resultados de las últimas dos segundas vueltas (+/-2 %), pero no así en las primeras. En 2018 Bolsonaro obtuvo 6 puntos menos que lo previsto (Haddad 4,3) y en 2014 la encuestadora le dio a Aécio Neves 7,5 puntos más de lo que finalmente obtuvo (y 2,4 puntos más a Dilma).
En cuanto a los niveles de rechazo, Bolsonaro tiene un 53 %, mientras que los de Lula son del 38 %. Desagregando, entre las mujeres el rechazo a Bolsonaro es del 56 % (36 % a Lula), el 62 % de los jóvenes declara que “nunca votaría a Bolsonaro”, y entre los más pobres el rechazo a su figura llega a 59 % (la distancia entre los dos candidatos es de 33 %). Si bien Bolsonaro ha mostrado una recuperación en un segmento de 2 a 5 salarios mínimos (donde han impactado algunas medidas que redujeron la inflación, o ciertos subsidios específicos), también es un segmento popular donde suelen verificarse movimientos de “voto útil” de fin de campaña.
El crecimiento de Bolsonaro se ha concentrado en dos segmentos: los evangélicos y aquellos electores vinculados con las regiones del agronegocio. En la región Centro-Oeste, Bolsonaro pasó del 37 % a principio de este año a 47 % en septiembre, quedando adelante de Lula por 17 puntos (aunque es la región menos populosa del país, con el 7,5 % del padrón).
Entre los evangélicos la diferencia, que era muy pequeña a principio de año, pasó a 10 % en abril, y luego de 16 % pasó a 23 %, con cifras hoy de 50 % a favor de Bolsonaro (y 28 % de Lula). Tener la mitad del voto evangélico, siendo que el 27 % del país se reconoce en esa religión, no es un dato menor, aunque claramente no es definitorio.
El “voto útil” del final de la campaña electoral
La principal apuesta de la candidatura petista para ganar en primera vuelta es poder captar el movimiento de intenciones de voto que ocurre generalmente en la última semana de campaña, esperando que una onda hacia el “voto útil” quite de 2 % a 4 % a las intenciones de Ciro Gomes y Tebet, y estos pasen a Lula. Con ello, el umbral del 50 % de votos válidos se pasaría con claridad. La potencial “afinidad” lulista entre los votantes de Gomes y de Tebet se respalda en el hecho de que en esos electorados el rechazo a Bolsonaro está por encima del 65 % y que 1 de cada 5 de sus electores admite la posibilidad de “voto útil”.
En las dos últimas elecciones presidenciales estas migraciones de último momento ocurrieron. En 2014, días antes del primer turno, los votos migraron de Marina Silva hacia Aécio Neves. En 2018 hubo un “voto útil” por partida doble: en las últimas semanas fueron hacia Bolsonaro los apoyadores de centroderecha de Geraldo Alckmin y Henrique Meirelles, y Fernando Haddad logró más fuerza con migraciones provenientes de la propia Marina Silva y Ciro Gomes.
Hacia un cuadro institucional fragmentado
Hace varias legislaturas que el Congreso Nacional se caracteriza por una altísima fragmentación política. El próximo presidente tendrá que interactuar con un Parlamento tan o más fragmentado que el actual. Hay un dato inquietante: de los 513 diputados actuales, 446 se presentan a reelección (un 87 %) incentivados, precisamente, por las transferencias otorgadas por el Poder Ejecutivo para uso discrecional del Congreso (para detener cualquier avance de impeachment en su contra), dejando en el camino un paquete fiscal complejo para el próximo Gobierno y una reorganización de los grupos políticos.
El espacio político del MDB, PSDB y otros partidos ha sido desplazado por agremiaciones más directas al propio bolsonarismo como el PL, PP y Republicanos (el principal partido evangélico), 3 de los 4 principales partidos de la Cámara en cantidad de diputados. Así, habrá un bolsonarismo parlamentario en un cuadro de alta dispersión: ninguno de los 27 partidos que hoy tienen representación en la Cámara llega hoy a 1/5 del total, y es muy probable que el próximo domingo se repita.
De allí la insistencia de Lula para ampliar y fortalecer (antes de la elección) su base parlamentaria de Gobierno futuro. Las tendencias a nivel de los estados tampoco parecen muy alentadoras: hoy hay 12 partidos diferentes gobernando los 27 estados de la Federación, ninguno de los cuales controla más de 4 estados. Las estimaciones indican un panorama similar después de octubre.
Sábado, 1 de octubre de 2022
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