Interior La población de perros callejeros aumenta sin control en la termal La cantidad de perros abandonados aumenta sin control en la ciudad y esto provoca riesgos en la salud de la población, porque los hambrientos animales rompen las bolsas de residuos y muchos de ellos están en condiciones sanitarias lamentables, con lesiones ocasionadas por golpes y la esquiva mirada de quienes los consideran una molestia.
SAENZ PEÑA (Agencia) -- La situación de abandono afecta a cientos de perros en Sáenz Peña. No existe una cifra certera de cuántos animales deambulan por las calles porque nacieron en ellas o por la desidia del hombre. Muchos son piel y huesos y no faltan los que muestran un deterioro físico importante por la sarna. Tampoco faltan en ellos heridas, muchas infligidas por inhumanos vecinos quienes en lugar de encontrar una solución al problema los espantan agrediéndolos. Un método típico y cruel para correrlos de sus veredas es tirarles agua hirviente.
En los inicios del presente año el municipio local dio un primer paso para el control de la población de perros sin dueño, con la castración gratuita de las hembras que se practicó en uno de los barrios. La intención fue válida, pero sería necesario replicarla periódicamente para esterilizar a todos los vientres de los incontables canes abandonados que existen en Sáenz Peña, ya que los pocos vecinos que se interesan en esos animales sin hogar no pueden contener el problema que debiera ser de interés público.
En el recorrido diario de calles y veredas de la ciudad, en la zona céntrica o en los barrios, se puede verificar la existencia de perros sin raza y sin correa que toman agua de charcos, se alimentan de la basura o de los restos de comida que una mano solidaria les acerca y sobrellevan sus enfermedades hasta que la muerte los encuentra. La responsabilidad es de pocos y la irresponsabilidad es virtud de la mayoría de los ciudadanos.
El hogar es la ciudad
La plaza central, la comercial calle San Martín, los pasillos del hospital 4 de Junio, el cementerio Juan XXIII, el predio del INTA son los hogares de los perros abandonados o nacidos en la calle.
El cascarón de la vieja alcaidía, en el centro de Sáenz Peña, también es ahora un improvisado lugar de acogida ya que en ese espacio quedaron los perros que alguna vez acompañaron a los reos que estaban allí detenidos y que hace unos meses fueron trasladados a la nueva unidad penitenciaria. Esos animales siguen en el lugar y corren entre los vehículos, se cruzan de una vereda a otra en búsqueda de alguna bolsa de residuos que los vecinos sacan de sus hogares.
Son imágenes que se repiten en cada rincón de Sáenz Peña. Solamente algunos pocos de esos animales de la calle tienen la suerte de que un buen vecino los acaricie, logre su confianza, lo lleve a un veterinario y le ponga agua y alimento cada día.
Peligro sanitario
Los canes callejeros también debieran ser entendidos como un problema para la salud de la población porque si bien algunos tienen el cuidado de solidarios vecinos, la mayoría recorre calles y veredas a la buena de Dios. La sanidad de esos animales no tiene un control adecuado y, aunque el municipio realiza campañas de vacunación antirrábica, es imposible retener a los ariscos callejeros para la aplicación de las vacunas que prevengan la transmisión de enfermedades al vecindario.
Los hambrientos canes, en el centro o en los barrios, desarman bolsas de residuos y desparraman desperdicios que no todos vuelven a recoger. Y, especialmente en la época de celo de las hembras, en jauría se cruzan entre los vehículos y aportan más peligro al ya caótico tránsito.
Violencia innecesaria
El abandono es violento. Y, lamentablemente, en oposición a los ciudadanos solidarios, también existen quienes disfrutan maltratando a todo ser vivo que se les cruza en el camino. El maltrato a los animales comprende una gama de comportamientos que causan dolor innecesario, sufrimiento o estrés al animal, que van desde la negligencia en los cuidados básicos hasta el asesinato malicioso e intencional.
Cada año, un elevado número de animales es víctima de maltratos indirectos por negligencia en los cuidados básicos, como --por ejemplo-- la omisión en la provisión de alimentos o de atención veterinaria adecuada. O de maltratos directos, como lo son la tortura, mutilación o asesinato malicioso del animal.
El abuso es un problema social de grandes dimensiones que no sólo afecta a aquellos animales víctimas de esta violencia, sino a todos los miembros de nuestra sociedad. En primer lugar, sus víctimas son seres sensibles capaces de experimentar dolor, sufrimiento y estrés; en segundo lugar, la condición de inferioridad que poseen los animales en nuestra sociedad nos hace aun más responsables de su bienestar.
Fuente: Diario Norte
Jueves, 28 de junio de 2012
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