Internacionales. El fracaso del rescate a España hunde más a la Eurozona El rescate de la banca española, anunciada hace apenas una semana por la Eurozona, ha pasado rápidamente de ser un bálsamo a convertirse en un revulsivo de la crisis sin fin del Viejo Continente.
Lejos de calmar a los ansiosos mercados, el anuncio de que España recibirá hasta 100.000 millones de euros para sanear las carteras “tóxicas” de sus bancos, sólo ha servido para empujar hasta un máximo de 589 puntos básicos el riesgo-país de la península.
Pero la caída, ayer, de este índice a un mínimo de 479 puntos básicos, no ha servido para nada ya que el costo del endeudamiento soberano de España en el mercado, a 10 años, trepó hasta 7,28%.
La razón de lo que ha ocurrido es sencilla: los mercados desconfían ahora más que antes del rescate de la solvencia del Estado español, que aumentará sideralmente su deuda para auxiliar a sus bancos.
Pero lo que revela este nuevo episodio de la larga y sinuosa crisis de la Eurozona, es que las soluciones nacionales que ha venido aplicando Bruselas se agotan a un ritmo cada vez más rápido.
Así, tras los sucesivos y estruendosos fracasos en Grecia, y los menores pero no menos importantes en Irlanda y Portugal, sumidas en una recesión sin perspectivas, el caso español está señalando el final de la política de “soluciones” nacionales a lo que es una crisis general.
La señal más clara de que esto es lo que está ocurriendo la ha dado el jueves pasado el FMI, al reclamar a la Eurozona que ponga fin al libreto alemán de austeridad a ultranza, y se aboque de inmediato a replantear toda su política anti-crisis.
La primera exigencia del Fondo, a través de su directora-gerente, Christine Lagarde, ha sido que las ayudas a la recapitalización bancaria, como en el caso de España, se haga a través de una inyección directa de fondo desde el fondo de rescate a las entidades en problemas.
Lo que se busca con esto, una medida que pide a gritos el ministro de Economía español, Luis de Guindos, es separar la situación de la deuda soberana de los Estados de la que contraigan los bancos con el fondo de rescate y con el Banco Central Europeo (BCE).
Al mismo tiempo, Lagarde plantea que la Eurozona avance ya para lograr, a mediano plazo, una unión fiscal, bancaria y un seguro de los depósitos de todos los países que comparten la moneda única.
Y, lo más importante que ha avanzado el FMI es que se den pasos hacia un Eurobono, esto es, un bono soberano de toda la región que aleje las desconfianza en los títulos nacionales, la medida más resistida por la canciller alemana, Angela Merkel.
El Fondo también pide una reducción de la tasa de interés del BCE, actualmente en 1%, y que se reactiven las compras por parte del ente monetario común de bonos de la deuda soberana.
Para Alemania, el círculo se va cerrando. La entrada del Fondo en escena para respaldar lo que ha planteado, incluso con mayor moderación, el presidente de Francia, Francois Hollande, así como otros líderes europeos, coloca a Merkel en una situación cada vez más difícil de sostener.
El cuadro en el que el FMI se decide a chocar abiertamente con Alemania no es uno cualquiera.
Grecia apenas sobrevive tras las elecciones ganadas por los partidos favorables al ajuste; España bordea un pedido de rescate a la griega; Italia se mira en el espejo español, mientras la economía alemana empieza a sufrir.
La mayor economía de Europa sufrió una caída de su producto industrial del 2% en abril respecto de marzo, bien por encima de la contracción sufrida por la industria de la Eurozona, que fue del 0,8%.
La huída de capitales desde la “periferia” europea al “centro” alemán y estadounidense se ha acelerado en lo que va del año, teniendo como ejemplo extremo a España, que ha perdido más de 110.000 millones de euros hasta abril. Mientras esto ocurre en Europa y China da indicios de una desaceleración creciente, Estados Unidos y Gran Bretaña se han embarcado nuevamente en una política monetaria laxa para impedir que sus economías se estanquen o caigan más, respectivamente.
El Banco de Inglaterra anunció un nuevo plan de liquidez el 14 de junio, en tanto que la Reserva Federal confirmó el pasado miércoles que continuará hasta fin de año con su “Operación Twist” vendiendo bonos a corto plazo y comprando bonos a largo plazo, lo que supone inyectar 267.000 millones de dólares en los próximos seis meses. Y es que el banco central estadounidense ha revisado a la baja todas sus proyecciones sobre el crecimiento de la economía y el empleo, buscando por vía monetaria apuntalar a las empresas, pero sobre todo a los bancos cuya situación se debilita progresivamente.
El jueves pasado, la agencia de calificaciones Moody°s avisaba de una nueva degradación de la nota crediticia de los 15 mayores bancos del mundo, fundamentalmente estadounidenses y europeos, lo que eleva el costo de su endeudamiento y recrea la desconfianza mutua en el mercado interbancario.
La configuración de esta simultaneidad de las crisis nacionales y regionales a escala mundial, debilita notablemente el peso de la intervención de los Estados para sostener a bancos y empresas y dinamizar la economía.
Mientras Merkel insiste en una utópica política de daños limitados para Alemania en una Eurozona que se deshace, el empuje de la crisis de la deuda ya no puede ser frenada por cada Estado y revierte otra vez sobre el sistema bancario, como lo muestran las calificadoras.
El declive de la producción y del empleo, en medio de una crisis financiera de los Estados y de la banca, podrían estar anticipando un brutal viraje de la situación económica mundial en el próximo período.
Fuente: Télam.
Sábado, 23 de junio de 2012
|