El vatileaks de benedicto xvi La Santa Sede en su peor momento La divulgación de documentos secretos por parte del mayordomo papal, que demuestran las disputas internas y los escándalos de corrupción en el Banco del Vaticano, colocan a la cúpula de la Iglesia en una incómoda posición.
El ya de por sí hermético mundo del Vaticano se encerró ayer aun más en un silencio sepulcral, ante la imposibilidad de tapiar la nueva brecha abierta el sábado con la detención de Paolo Gabriele, el mayordomo del Papa Benedicto XVI, y sacar a la superficie las luchas de poder, rencillas internas y una gran cuota de corrupción en la cúpula de la Iglesia. Los vaticanólogos sostienen que todos los esfuerzos por mostrarle a la comunidad financiera internacional que la Santa Sede dio vuelta una página para despojarse de la fama de ser un paraíso fiscal fueron en vano. La investigación sobre el origen de la filtración de documentos secretos resultó en la detención del mayordomo papal, pero la causa sigue abierta con el objetivo de desenmascarar a todos los participantes de una trama que ha puesto al Vaticano en el más incómodo de los sitiales. La caída en desgracia de Gabriele, uno de los pocos miembros que integran el equipo personal del Papa, se dio justo cuando la Santa Sede quería mostrarle al mundo la seriedad de su compromiso de cumplir con las normas internacionales de transparencia financiera. El caso comenzó con la publicación, el pasado fin de semana, de un libro sobre una serie de documentos confidenciales de la Iglesia, entre ellos la correspondencia, notas y cartas al Papa y a su secretario privado. Pero llegó a un punto culminante el jueves, cuando fue despedido el presidente del Instituto para las Obras de la Religión (IOR) –conocido como el Banco del Vaticano– y cobró máxima temperatura el sábado, al confirmarse que fue el mayordomo de Benedicto XVI quien filtró los documentos a la prensa. “De haber sido una obra de ficción escrita, no la creerías”, dijo Carl Anderson, miembro del Consejo de Administración del IOR y responsable de la moción de censura contra su presidente, Ettore Gotti Tedeschi. En una nota divulgada el sábado, los directivos del Banco explicaron las razones por las cuales defenestraron a Gotti Tedeschi: “En repetidas ocasiones no asistió a las reuniones del Consejo, no cumplió sus deberes, no defendió adecuadamente al Banco, enfrentó a los empleados entre sí e hizo gala de una conducta personal progresivamente errática.” Gotti Tedeschi no hizo comentarios públicos sobre su despido. Dijo que siente demasiada admiración por el Papa como para hacer eso. Se salvó de correr la suerte de Gabriele, un padre de tres niños que está arrestado en el Vaticano desde el miércoles, después de que se descubrieran los documentos confidenciales de la Santa Sede ocultos en su departamento. El sacerdote Federico Lombardi, vocero papal, señaló que la investigación sigue su curso a través del sistema judicial del Vaticano. Gabriele no es un mayordomo cualquiera. Desde 2006 se lo ve siempre junto a Benedicto XVI, viajando en el asiento delantero del vehículo abierto del Papa durante las audiencias generales de los miércoles o protegiéndolo de la lluvia. En privado, integra un pequeño séquito que incluye además a los secretarios privados y a cuatro mujeres consagradas que se encargan del apartamento papal. Desde el sábado, se convirtió en un émulo de Satanás. Es la primera figura del escándalo al que se ha dado en llamar el “Vatileaks”, una trama que conmueve los cimientos del Vaticano, justo cuando la Iglesia trata de mostrarle a la comunidad financiera internacional que no es un paraíso fiscal. Documentos vaticanos filtrados a la prensa en los últimos meses socavan también ese esfuerzo, ya que exhiben la corrupción existente en las finanzas del Vaticano, poniéndolo en el ojo de un indeseable huracán: el de no cumplir con las normas de combate al lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo.
Fuente: Tiempo argentino
Lunes, 28 de mayo de 2012
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