Política. Por qué España teme un corralito a la argentina Tras la nacionalización de Bankia, políticos españoles negaron replicar una medida que fue icono de la crisis del país sudamericano, en 2001. Cómo se gestó el plan que buscaba evitar el retiro masivo de depósitos
Luego de que el gobierno español decidiera la nacionalización parcial de Bankia, el término acuñado en la Argentina de 2001 se instaló con fuerza en la cotidianeidad de los españoles. El "corralito" comenzó a escucharse de la boca de los políticos, negando la posibilidad de que un cepo bancario se instalara en España. Y los medios españoles no tardaron en recordar el neologismo que caracterizó hace una década al país latinoamericano.
Las versiones sobre masivas fugas instaló en los españoles el miedo a perder sus depósitos, luego de que los ahorristas retiraran 1.000 millones de euros de sus cuentas en Bankia. Ese miedo se hizo realidad en la Argentina el 1º de diciembre de 2001, cuando el gobierno de Fernando de la Rúa firmó un decreto de necesidad y urgencia para prohibir la libre circulación del crédito bancario y limitó las extracciones bancarias en efectivo a $ 250 por semana (en ese entonces, US$ 250).
El corralito marcaba un límite, una frontera por la cual el dinero no podía escaparse de las entidades financieras. El entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, fue el ideólogo de una medida que buscaba evitar una fuga de depósitos: en un solo día, el sistema financiero había perdido US$ 700 millones. "Teníamos que parar la corrida", decía Cavallo por esos días.
El plan también pretendía sostener la convertibilidad del peso en el país, por la cual un peso argentino equivalía a un dólar. En ese momento, el Gobierno se veía presionado a reestructurar una pesada deuda externa que arrastraba desde los 90, que en ese entonces era de US$ 132.000 millones.
Con el golpe de sus cacerolas, los argentinos salieron a protestar a las calles. La presión fue muy grande. El 19 de diciembre, De la Rúa declaró el estado de sitio por 30 días, y dos días más tarde, renunció a su cargo, alejándose de la casa de gobierno en un helicóptero. Las protestas registraron los peores hechos de violencia social en décadas, con un saldo de 23 muertos.
La rápida sucesión de hechos es hoy una referencia histórica para España. El diario El País explica al corralito como "la medida por la que millones de argentinos vieron bloqueadas sus cuentas corrientes de la noche a la mañana". Los españoles ya comienzan a temerle a ese fantasma del corralito, palabra que se hace presente en las conversaciones sobre la crisis.
El Nobel de Economía Paul Krugman instaló la discusión desde un artículo publicado en The New York Times, en el que prevé la salida de Grecia de la eurozona. Como consecuencia, el economista estadounidense considera que tanto España como Italia experimentarán un corralito. Tal predicción hizo que el ministro de Economía de España, Luis de Guindos, hablara de la medida como un "sinsentido" para el país.
"En España no habrá corralito", se sumó el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, al calificarlo de "técnicamente imposible". La palabra se comenzó a usar tanto que el diario ABC decidió explicar en un artículo "¿Qué es exactamente el corralito?"
Pero no todo finaliza allí, porque del corralito se pasó al corralón. Bajo la presidencia de Eduardo Duhalde, el golpe que dio fin a la convertibilidad fue la ley de emergencia económica sancionada el 6 de enero de 2002. La moneda argentina se devalúa un 30%, y el ministro de Economía Jorge Remes Lenicov ordenó congelar los depósitos en plazos fijos y cajas de ahorros en pesos y dólares.
El Congreso también aprobó la norma de "pesificación" de las deudas bancarias de hasta US$ 100.000. "Depositamos dólares, queremos dólares", se transformó en el reclamo principal de los argentinos. En clave española, un corralón significaría el fin del euro y la conversión de los depósitos en pesetas, otra posibilidad que también se asoma en el día a día de los españoles.
Fuente: Infobae
Lunes, 21 de mayo de 2012
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