Fue lanzado con éxito el 10 de junio pasado Primeros datos del satélite Aquarius: nuestra costa es dulce, la brasileña salada En la sede de la Cancillería fueron presentados los primeros datos enviados por el satélite Aquarius.
Estuvieron presentes el vicecanciller Alberto D´Alotto, el director ejecutivo de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), Conrado Varotto, el director de Ciencias de la Tierra de la NASA, Michael Freilich y el administrador de esa agencia, Charles Bolden. Participaron del encuentro Sandra Torrusio, investigadora principal de la CONAE y de la misión satelital; Yi Cao, director científico del proyecto y Linwood Jones, de la Universidad Central de Florida.
La información demuestra que la costa argentina y el Río de la Plata poseen un importante volumen de agua dulce, que se contrasta con vastos sectores de salinidad extrema en la de Brasil.
Con las miles de mediciones suministradas por los sensores desde el espacio, los científicos están logrando componer el primer gran mapa global de la salinidad de los océanos. El dato es crucial: la salinidad tiene un rol fundamental en la densidad y, por ende, el ritmo y la velocidad de circulación de las aguas, que a su vez tiene incidencia sobre el régimen de lluvias, sequías, temperaturas y hasta la cantidad de carbono a nivel mundial.
El hallazgo cartográfico demuestra que en el Atlántico Sur hay zonas de aguas muy salinas, sobre todo en las costas de Brasil, representadas por grandes manchas amarillas. En contraposición, el Río de la Plata se aprecia como un vistoso diamante color azul. "Significa que hay mucha agua dulce", detallan los científicos. También el sur de la costa argentina muestra tonalidades celestes y azuladas, a raíz de las corrientes antárticas, y que interactúan con la corriente salada que proviene de Brasil.
Una lupa sobre el ciclo básico del agua
Los instrumentos del Aquarius miden el porcentaje de sal en el agua marina: el promedio son 35 gramos de salinidad por kilo de agua, pero la cantidad dista mucho de ser uniforme en todos los océanos.
La explicación es sencilla: la evaporación frenética aumenta bruscamente la concentración de sal en los mares. En las regiones donde llueve con mucha frecuencia, esta se reduce por el ingreso masivo de agua dulce a raíz de las precipitaciones. Las imágenes del Amazonas también presentan un tono azul, debido a que es una zona "dulce" por las desembocaduras de múltiples ríos.
El Aquarius, con su avanzado sistema instrumental, es ni más ni menos que una lupa posada sobre el ciclo básico del agua: desde el océano a la atmósfera y nuevamente de regreso al océano, que posibilitará confeccionar un esquema de las variaciones de la composición de los mares mes a mes y año a año, a nivel local y mundial.
Los especialistas aseguran que se lograrán resultados de los que "se hablarán durante décadas". El entusiasmo resume el esforzado proceso de enviar el Aquarius al espacio, que en un momento fue un sueño y luego sólo un concepto de laboratorio. La alternativa sería costosa y en extremo compleja: recolectar muestras de agua en cada una de las regiones del mundo, probablemente a través del despliegue de vehículos robóticos. Con el satélite, en una semana se recaban miles de datos en distintos puntos para verificar la salinidad y elaborar mapas precisos. "Es la pieza del rompecabezas que faltaba", resumen.
La investigadora argentina Sandra Torrusio destacó la utilidad que tendrá la información para el país, no sólo a nivel climático sino también por su impacto en la educación y la economía. Como ejemplos, menciona el proyecto para diseñar un modelo oceánico que ya se utiliza en las escuelas y los datos vitales que aportará al negocio de la industria pesquera.
Michael Freilich (Nasa), resume el núcleo central de la cuestión: "Estamos trabajando hace décadas en el proyecto del Aquarius, porque el Cambio Climático es el gran problema de nuestra generación. Lo que hagamos en ese aspecto afectará nuestra vida y las de nuestros nietos".
El satélite fue lanzado con éxito el 10 de junio desde la Base Vandenberg de la Fuerza Aérea estadounidense, en la ciudad de California. Vea el lanzamiento del Aquarius. Ese día, se sabe ahora, se encendió a los cinco minutos del despegue. Al desprenderse comenzó a funcionar uno de sus transmisores y los paneles solares. El 20 de julio analizaron los primeros parámetros y prendieron la cámara de alta sensibilidad. A partir de ese momento comenzó la fase operacional.
La misión tiene asignado un plazo estimado en cinco años, pero está construido para resistir mucho más, y se espera que siga enviando información por décadas. Un dato alentador: hasta el momento sólo utilizó menos del 1% del combustible disponible.
Fue desarrollado por la Conae, la Nasa y otras cuatro agencias espaciales internacionales, que contribuyeron con instrumentos científicos e instalaciones: la Agenzia Spaziale Italiana (ASI), el Centre National d'Etudes Spatiales (CNES) de Francia, la Canadian Space Agency (CSA) y el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais (INPE) de Brasil. En la Cancillería, los asistentes aseguran que el Aquarius "abre una nueva era. Habrá un antes y un después en la cooperación internacional".
Fuente: ambito.com
Jueves, 27 de octubre de 2011
|