Ucrania Kiev, una ciudad con aire zarista rodeada por su pasado soviético
El centro de la capital ucraniana es un testimonio de su pasado glorioso como uno de los centros de la civilización eslava y de la religión ortodoxa, mientras que a apenas 20 o 30 minutos del corazón de Kiev, enormes y decaídas torres de departamentos son prueba más directa de su pasado más reciente, el soviético.
Con la incipiente llegada del verano, el centro de Kiev se convierte en un paseo agradable, con sus avenidas y veredas anchas, sus edificios señoriales, que mezclan colores pasteles, con tonos impactantes de rojo y naranja, y sus abundantes espacios verdes.
Claro, si uno evita la plaza central, Nezalezhnosti, y sus alrededores, copados desde hace meses por campamentos de protesta cuasi militares, serpenteados por barricadas construidas con neumáticos, alambres de púas, ladrillos de concreto, varas de metal y tablones de madera.
Lo primero que llama la atención en el resto del centro es la disparidad entre la masiva cantidad de autos estacionados en las calles y avenidas, generalmente una primera fila en 45 grados y luego una segunda fila a 90, y las pocas personas que apenas salpican las amplias veredas.
No importa si es la hora en que la gente entra a trabajar a la mañana, la hora del almuerzo o la hora pico de la tarde, nunca se ven multitudes en las calles, ni en las entradas de subtes.
No importa si es la hora en que la gente entra a trabajar a la mañana, la hora del almuerzo o la hora pico de la tarde, nunca se ven multitudes en las calles, ni en las entradas de subtes
Esa misma sensación de escasez y de relativa paz se siente también cuando uno comienza a descender a la parte vieja de la ciudad, también conocida como la parte baja de Kiev.
Allí el estilo arquitectónico zarista sigue dominando la escena, pero el devastador paso del tiempo y la falta de inversión son mucho más notorios.
Solía ser el corazón turístico de la ciudad, con ferias artesanales y su propia zona comercial, pero desde el comienzo de las masivas protestas en diciembre pasado que terminaron con el derrocamiento del entonces gobierno, los visitantes extranjeros son pocos.
La ciudad se vuelve más bulliciosa y las veredas se llenan de personas corriendo de un lugar a otro cuando uno se aleja un poco, no mucho, unos 20 o 30 minutos en auto, o cuatro o cinco estaciones de subte hacia el oeste.
Allí uno recuerda que Ucrania fue una parte central de la Unión Soviética hasta hace apenas 23 años.
Los edificios señoriales, de techos altos, colores distintivos y balcones trabajados, desaparecen y son reemplazados por enormes torres, que dan refugio a cientos de departamentos uniformes, construidos en la época soviética para la clase trabajadora.
Asimismo, la flota interminable de autos nuevos dan paso al sistema de transporte público, con bocas de subte abarrotadas y tranvías de los años sesenta o setenta, cuyo diseño se parece mucho a las viejas camionetas de Volkswagen, ícono de la cultura hippie en Estados Unidos.
Fuente: Télam
Jueves, 22 de mayo de 2014
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