Deportes El Todo Pasa sudamericano El plantel de Tigre denunció que en el entretiempo fue agredido y amenazado con armas de fuego. No salió a jugar el segundo tiempo y el árbitro, con el aval de la Conmebol, dio por terminado el partido: San Pablo campeón.
La final de la Copa Sudamericana entre San Pablo y Tigre terminó en un escándalo. Los jugadores del equipo argentino no salieron a jugar el segundo tiempo denunciando todo tipo de agresiones, entre ellas de la policía brasileña. Según dijeron jugadores y cuerpo técnico, en un clima de mucha tensión, los agentes les pegaron con sus bastones y los apuntaron con armas. Ante eso, se quedaron en el vestuario. La Confederación Sudamericana de Fútbol, como si no hubiera pasado nada, decidió dar por terminado el partido. San Pablo, que ganaba 2-0, festejó su título. Ya ni importaba qué había pasado con el rival. La imagen que lanzaba la televisión era elocuente: mientras los futbolistas de Tigre contaban las agresiones, sus colegas del San Pablo recibían una lluvia de papelitos. Era el Todo Pasa latinoamericano. “La unica informacion es que Tigre se negó a entrar. Las agresiones no estan constatadas”, dijo el uruguayo Eugenio Figueredo, vicepresidente de la Conmebol. De ese modo explicaba por qué mientras él hablaba con la cadena Fox Sports, el Morumbí estallaba de euforia y se bañaba con fuegos artificiales. El clima de tensión se vivió desde antes de empezar el partido en Brasil. La noche anterior al encuentro la seguridad del San Pablo no le permitió al plantel hacer el reconocimiento al estadio. Hubo que hacer fútbol-tenis en el hotel. Ayer, según contaron desde el equipo, la policía brasileña los llevó a la cancha por un camino más largo que el que correspondía. Luego, tuvieron que forcejear para hacer el calentamiento. No los dejaban; entraron de prepo al campo. El primer tiempo se jugó con normalidad. San Pablo fue muy superior a Tigre. Marcó dos goles en seis minutos. El primero llegó por Lucas, a los 22, y el segundo lo convirtió Osvaldo, a los 28. La diferencia sentenciaba al conjunto de Pipo Gorosito, que no tenía reacción. Sin embargo, hasta ahí nada hacía prever lo que iba a suceder. Aunque, en el final, llegaron los primeros problemas con cruces entre jugadores. Damián Albil se fue al vestuario en plena calentura: “Nos están cargando”, dijo. Cuando pasaban los minutos de descanso, se supo que Tigre no volvería. Pipo Gorosito salió a la puerta del túnel y contó por televisión: “Liberaron la zona y dos de ellos sacaron revólveres. Eso es San Pablo. Y encima son cagones porque mano a mano no se la bancan.” Una vez que lanzó esas palabras, volvió a meterse en el vestuario. La decisión ya estaba tomada: Tigre no saldría a jugar el segundo tiempo. Desde el vestuario, avisaban a los hinchas para que dejaran el estadio. Rubén Pasquini, jefe de seguridad del plantel argentino, mostró un golpe en la cara. A Albil, dijo, le pusieron un arma en el pecho. También denunciaron agresiones a Galmarini, Escobar y Botta. Un brasileño que acompañaba a la delegación de Tigre confirmó los golpes. La televisión mostró sangre en la puerta del vestuario. Pero la Conmebol desoyó todo. “No se vieron lesiones visibles”, dijo Figueredo, y aseguró que se investigará, una promesa que siempre se escribe en papel mojado. Después de cuarenta minutos, el árbitro chileno Enrique Osses dio por terminado el partido. San Pablo festejó. Lo que quedaba era el papelón.
Fuente: El Gráfico
Jueves, 13 de diciembre de 2012
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