Deportes La Redó y En Una Baldosa, la otra cara del periodismo deportivo Desde la Web y metidos en las redes sociales, los integrantes de estas dos páginas muestran una visión diferente del fútbol y su entorno. Marcos Vázquez eligió a su equipo cuando una tarde vio putear a su padre. Su padre, hincha de Racing, puteaba tan fuerte contra Boca que Marcos, entonces, se hizo de Boca. No cumplir el mandato paterno en el fútbol es rebeldía, pero Marcos fue más allá. Lo suyo fue casi una ironía: amar al club que su padre putea. Ahora colecciona camisetas azules y amarillas de todo el mundo. Colecciona los colores de Boca con otros nombres.
A su lado está Nicolás Girasol, más conocido en Twitter como @smokeseller, un ácido comentarista de fútbol y sus adyacencias. Nicolás, que es bostero igual que Marcos, también colecciona camisetas, aunque ha tenido costumbres más curiosas en otros tiempos, como guardar fotos de jugadores de divisiones inferiores.
“Algunos llegaron a Primera, otros ni llegaron. Las guardaba para tener material para el futuro, algún día me iban a servir”, dice Nicolás. “Son datos al pedo”, agrega Marcos Vázquez, o @marcosvazquez, editor de La Redó (Manchando la pelota), una página de fútbol que mezcla ironía y humor, pero también análisis e investigación. La empezó junto a Diego Pastor hace nueve años, en plena explosión de los blogs. “Veíamos un partido y decíamos algo. Queríamos matar a alguien y lo escribíamos; nos gustaba un jugador y lo escribíamos. Después seguimos con más gente y fue tomando un formato periodístico. Ahora los que escriben son trece o catorce”, dice Marcos.
En una baldosa (El veraz del fútbol), donde Nicolás escribe bajo el seudónimo de Keyser Soze, nació hace ocho años de la cabeza de Juan Castro como homenaje a jugadores que no habían tenido reconocimiento. “Promesas que quedaron en la nada. Extranjeros de paso olvidable. Ilustres desconocidos. Buscavidas en el exterior. Inventos que juegan por el apellido. Eternos suplentes. Héroes con 15 minutos de gloria. Hombres a prueba. Famosos con pasado en una cancha. Nombres portadores de nostalgia. Futbolistas resistidos, ignorados, olvidados y con historias dignas de ser contadas.”
En ambos casos, las páginas se construyeron con lectores que comenzaron a escribir notas. “Tenemos de todo, abogados, periodistas, nerds y expatriados”, dice Nicolás, que se dedica al marketing. Marcos, que trabaja como periodista, dice que ahora está más dedicado a buscar la línea y el estilo de LaRedó.
–¿Y cuál es ese estilo? –No tener estilo. Es contar las cosas desde el lado irónico, con humor, pero hasta rozando la violencia verbal. Yo imagino las historias muy televisivas. –¿Encontraron un límite? Marcos: –Nos focalizamos en lo deportivo. Hay cosas que son divertidas y otras no. El tema de la falopa es un problema del otro, no nuestro. Nicolás: –Muchas veces hay jugadores que tienen una vida ajetreada, con drogas y noche. No nos metemos ahí. Vamos a lo futbolístico. Ahora, si jugó como el orto lo vamos a decir: jugó como el orto porque salió mucho de noche.
Igual, hay que decirlo, siempre están al límite: un periodismo punk dedicado al fútbol. Hace unos años, cuando Cristian Llama llegó a Newell’s, La Redó publicó un post con el título “Noticia fresquita” y una foto del jugador con la camiseta de Rosario Central. “Se armó un quilombo bárbaro –cuenta Marcos–. El pibe jugó 45 minutos en Newell’s en toda la temporada, no lo podían ver. Eso nos hizo pensar hasta dónde podemos llegar a molestar.”
En una baldosa también tiene sus incidentes. “Es inevitable hablar del gordo”, dice Nicolás. El gordo es Alejandro Kenig. Cuando publicaron su historia, el ex jugador de Platense y Talleres reaccionó: les mandó un mail quejándose y enumerando los logros de su carrera como goleador. “Decía que lo habíamos tratado mal –explica Nicolás–. Tenía miedo de que el hijo se metiera en Internet y leyera que el padre era ‘un maleta’ jugando a la pelota. Después hicimos amistad y otra vez nos volvimos a pelear.” Marcos, el editor de La Redó, tiene la explicación para la acidez: “Nuestra generación creció en los noventa –dice Marcos–, y ahí o viajabas a Disney o te quedabas con el resentimiento de no viajar. Bueno, nosotros nos quedamos con el resentimiento de no viajar.”
Fuente: infonews
Jueves, 15 de noviembre de 2012
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