Internacionales. Ohio, el estado que desvela a Obama y Romney en la recta final de la campaña electoral Su importancia radica en que expresa al votante promedio. Obama lo visitó 35 veces. Romney, 28. Ambos cantidatos gastaron 128 millones de dólares en propaganda electoral sólo para radio y televisión.
Las voces de Barack Obama y Mitt Romney se oyen sin cesar en cada televisor y en cada radio. La publicidad electoral no da respiro: al fin y al cabo, esto es Cleveland, y acá en Ohio se decide, en buena parte, el dueño de la Casa Blanca. Con una historia apabullante de correspondencia plena entre el ganador estatal y el de la elección presidencial, y un premio decisivo de 18 votos electorales, el diverso, vacilante e industrial Ohio es como una madre de todas las batallas que los candidatos al Salón Oval buscan ganar hasta con el último aliento. "A veces cuesta un poco desconectarse de la campaña, con tanto aviso acá y allá. Pero tengo parientes en Idaho que nunca han visto ir a su estado a un candidato presidencial", dijo a Télam Debbie Walker, manager del restaurante Bricco, sobre la céntrica avenida Euclide. "Yo ya vi dos veces a Romney aquí en Cleveland. Obama no ha parado de venir desde que ganó la Presidencia. Usted sabe, en cierto sentido toda esta atención de Washington no está nada mal", agregó. Pero ¿qué hace que Ohio sea tan decisivo, tan codiciado? Primero, el propio sistema de elección presidencial indirecta de Estados Unidos, según el cual el ganador es quien acumula al menos 270 votos estatales en el colegio electoral y no necesariamente el que saca más votos individuales a nivel nacional. En algunos estados no hay una verdadera competencia ya que siempre votan demócrata o republicano, así que casi no tiene sentido para los candidatos gastar plata o hacer campaña en ellos porque ya están irremediablemente ganados o perdidos de antemano. La pulseada se define, entonces, en un puñado de ocho o nueve estados que, como Ohio, se han mostrado vacilantes en décadas de elecciones presidenciales, votando por un partido o por el otro y repartiendo, entre todos, los más de 100 votos electorales que terminan por inclinar el fiel de la balanza. Ohio es uno de estos estados porque está ubicado en el centro de la cultura y geografía estadounidenses, limitando con el Este, el Medio Oeste y el Sur, un estado social y económicamente diverso, repleto de ciudades industriales, pequeñas localidades, suburbios residenciales, grandes universidades, comunidades rurales y mineras. "Es un verdadero microcosmos de Estados Unidos. Los ricos y pobres, las mayorías y minorías, lo rural y lo urbano, todo está representado en una proporción similar" a la del país en su conjunto, dijo a Télam Mark Cassell, profesor de Ciencias Políticas de la universidad Kent State University. "Compañías como McDonald´s lanzan sus productos aquí para ver si los venderán o no en el resto de Estados Unidos", agregó Cassell sobre este auténtico laboratorio de marketing que no por casualidad es sede de Procter & Gamble y de otras multinacionales de bienes de consumo. Con estas características y aritmética electoral a cuestas, no hace falta decir que el estado volverá a ser clave en la elección del próximo martes, y, para las aspiraciones de Romney en particular, quizás sea cuestión de vida o muerte. La estadística abruma: ningún candidato republicano logró jamás la Presidencia habiendo perdido en Ohio. El ganador en el estado ganó también la Casa Blanca en todas las elecciones presidenciales estadounidenses menos dos, ambas anteriores a 1964. Las elecciones, aquí, son además sumamente reñidas y los resultados de una no sirven para pronosticar la siguiente. El estado fue para el republicano George W. Bush en 2000 y 2004, en este último caso por apenas un 1% de los votos y en ambos gracias a las raíces genealógicas del ex presidente, que se remontan a su bisabuelo Samuel, un empresario de Columbus. En 2008, Obama se quedó con Ohio, pero en 2010 los republicanos arrasaron en las elecciones de mitad de mandato y tomaron control de la gobernación y ambas cámaras de la Legislatura estatal. La obsesiva dedicación de Obama y Romney al estado es la consecuencia y prueba más clara de la terrible convicción que ambos partidos tienen sobre su carácter decisivo. Como presidente, Obama visitó Ohio más que cualquier otro estado, 19 veces este año y 35 desde que llegó al poder, en 2008. Su rival republicano estuvo en el estado 28 veces, ya como candidato o como precandidato durante la temporada de elecciones primarias, pero no fue hasta mediados del mes pasado que Romney comenzó a redoblar el paso aquí, urgido por líderes republicanos estatales preocupados por la dominante campaña del presidente. Además de una inversión publicitaria raquítica comparada a la de la campaña de Obama, Romney tiene otros problemas en el estado, con el que no tiene lazos familiares y donde es poco es conocido. El rescate de General Motors y Chrysler salvó la economía de Ohio, que depende de la industria automotriz. Obama se quedó con el crédito y Romney, que propuso en cambio una bancarrota ordenada para las automotrices, sólo cosechó severas críticas. Encima, el gobernador republicano de Ohio, John Kasich, impulsó impopulares ajustes y trató de limitar las negociaciones colectivas de trabajo de los empleados estatales hasta que esa iniciativa fue rechazada en una consulta popular el año pasado. Hasta la fecha, las campañas, los partidos y organizaciones externas gastaron 128 millones de dólares en Ohio en unos 145.000 mil avisos publicitarios de TV o radio, incluyendo 45.000 sólo para esta ciudad de Cleveland, según un estudio de la firma de monitereo de medios Kantar Media/CMAG. "Lo curioso, además del hecho de que las cadenas de TV sean otra vez las grandes ganadoras de una elección, es que toda esa plata se gasta en una pequeña fracción de votantes, los indecisos, los que aún buscan una razón para votar por Romney u Obama", precisó el profesor Cassell.
Fuente: Télam
Viernes, 2 de noviembre de 2012
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